Oye
Antonio F. Rodríguez Balmori
— Oye ¿vamos a dar una vuelta?
— Siii, ¡si quiero!, ¿en la alameda?.
— Si, en la alameda, me encantan esas subidas y bajadas, bajar hechos la raya.
— Sólo no olvides que vengo atrás de la bici, en los diablos, puedo caerme.
— ¡Cómo crees que voy a olvidarlo!, no soy tan idiota, también tu, sujétate bien de mis hombros.
— No te creas el muy muy, recuerda a Pepé que se creía el muy chicho y se estampó en una pared, sigue muy enfermo, su mamá nos hecha un poco la culpa a ti y a mi.
—El muy mariquita nos acusó, con su papá y su mamá, no se conformó con uno.
— Su papá es muy buena gente, pero su mamá es una sangrona.
— Pídele permiso a mamá, lo bueno es que mi papá, está en su trabajo
— Espérame aquí, voy a avisarle a mamá, no tengo que pedir permiso soy grande, tengo 9 y tú 8, eres un niño.
— Si, tú, el muy grande, el otro día vi que te hiciste pipí en los pantalones
— Oye, ya deja de estarme molestando con eso, si les dices a mis amigos voy a darte un madrazo, estaba enfermo del estómago.
— ¡Qué tonto, el estómago es de la popó, no de la pipí.
— Si yo quiero, digo que es del estómago
—Ya vámonos, pareces merolico.
— No le copies a papá, el dice eso de merolico, ni sabes que quiere decir.
— Claro que si se, el que habla un chingo.
— Eso es una leperada, mamá dice que las leperadas son de gente sin educación.
— Ándale vámonos, una vuelta cada quien lleva el manubrio y el otro se va atrás.
— Está bien, tú ten cuidado, la otra vez le raspaste lo verde de la salpicadera.
— ¿Cómo sabes que fui yo?
— Y quien más, sólo tú y yo manejamos la bici.
— No hablemos de eso.
— Ay, sí, tú, porque sabes que eres culpable, ¿verdad?
—Te dije que yo no fui, haz de ver sido tú y me echas la culpa
— Deja de hablar y vámonos
— Déjame subirme de angelito y paso por ti.
— Si.
— Gracias, súbete.
— Por lo menos das las gracias.
— ¡Qué padre está, el día!
— Sí, bien padre.
— Ten cuidado con ese que va ahí, como tonto.
— Pendejo, estúpido, va a atropellarlo un coche.
— Que no digas majaderías.
— ¡Pendejo!, ¡pendejo!, ¡pendejo!
— Voy a acusarte con mi mamá, cuando lleguemos.
— Ay si tú, mira como tiemblo.
— Llevamos cinco vueltas, una más para que estemos iguales.
—Mamá, mamá, ya llegamos
—¡Qué bueno hijitos!, ¿cómo les fue!
— Muy bien, mamita, gracias.
— Oye, ¿a qué jugamos?
— Vamos a jugar con las iPads.
— Sí.
— Qué flojera, tenemos que hacer la tarea.
— Después de comer.
— A ver si mamá no nos empieza a molestar.
—Chicos, vénganse a comer
—Ahí vamos, mamita.
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