Amiga o enemiga
María de Jesús Velázquez Villalón
Amiga o enemiga
—Era más de media noche, te escuche alerta y grité, ¿quién vive?
—Yo, sí, yo.
—Te había visto de lejos, no eras conocida, no eres invitada
—Me reconocerás en la proximidad de un hospital, no te preocupes
—Llegaste con paso taciturno, despacio como una intrusa. Era de esperarse, buscabas ser invitada a toda costa a nuestra fiesta
—Tenías bastante tiempo de disfrutar el sol, los colores, las risas, los 
placeres. Jamás me habías invitado. Tú y tus familiares trabajaban sin 
descanso, buscaban los bienes materiales, no se daban cuenta que entre más sabían, más problemas, y más sufrimiento tenían 
—Ya entendí, si estábamos en plena dicha, venías a colarte sin ser invitada, ¿verdad?
—No, yo solo vengo a compartir momentos necesarios, porque debes saber: aun cuando me consideras tu enemiga, no lo soy
—¡Claro que sí! Reconoce que en esa primera visita… Te recuerdo que no te 
invité. Requeriste de dos acompañantes para tu morada
—Cierto es que fue la primera vez que me entrometí en tu fiesta, pero no 
guardo acompañantes, solo cumplo con la misión, para la que fui creada. 
No puedo estar estática. Mi cometido es guiar a otro sitio lo que ustedes 
matan con olvido, desprecio, desamor
—¿Sabes? En aquella ocasión te odié por un largo tiempo, pero reconocí que no eras tan perversa. Tu intromisión era necesaria, para continuar la fiesta. 
Te fuiste, no volví a verte, por espacio de diez años. No supe en donde 
anduviste, tampoco me interesaba
—Fui a sacar de su coraza carnal a muchos seres. Aun cuando no lo creas en su último momento se dan cuenta de manera sorprendente y rápida, de sus experiencias, sus éxitos, sus derrotas, hasta sus secretos más ocultos y 
olvidados aparecen como si estuvieran en una pantalla panorámica. A ellos los ayude a iniciar un nuevo vuelo 
—En realidad quiero decirte que, en lo más mínimo me interesa ser tu amiga. Lo malo es que, a veces quieres ser invitada y otras llegas de sorpresa.
—La ocasión en la cual nos volvimos a ver, te avise con tiempo. Varias veces te di señales de mi próxima visita, así que no me digas que estabas en total estado de ignorancia
—Ciertamente, sabía que aparecerías en cualquier momento. Quería 
esconder los sentimientos de culpabilidad, el temor de no haber cumplido con el deber que ella me había otorgado. Así que volviste a llegar a mi fiesta. Esa madrugada fue la más tretica de mi existencia.
—La soledad, el abandono, la enfermedad, hicieron mella. Recibí la orden de hacerme presente en tu fiesta.
—Te llevaste el tesoro más preciado de mi vida. En aquellos momentos 
aborrecí la vida, te maldije mil veces. La fiesta con sol, flores, cantos de 
aves, el ruido de las olas del mar. Todo se volvió pantanoso, lóbrego. Ya no importaba la dedicación incondicional en el hogar, la escuela, la iglesia, la familia. Solo quedaron escombros en la fiesta. Con una mueca sarcástica, me contestaste
—Lo cierto, es que no has entendido qué, todo tiene su cómo y su cuándo. El gran problema es que no has aceptado la idea de verme en tu fiesta como integrante ineludible. Bueno, pero ahora quiero saber ¿Por qué te has empeñado en dialogar conmigo? Si me ves como enemiga. No insisto en ser convidada a tu fiesta
—Porque entre la aceptación y la negación he aprendido a verte de diferente forma. Aún sigo sin comprender porque te entrometes en la fiesta de los niños y de los jóvenes. Si hay quienes viven muertos y muertos que siguen vivos.
—Mi intromisión como la llamas es transitoria. Sólo cumplo con una tarea terrenal. Mi cometido es que, el que va conmigo suelte su cuerpo material, lo que significa dejar: el dolor, las enfermedades, la vejez, los achaques, las penas y las angustias. Como ves no soy una enemiga
—Quizás te vea como una compañera repulsiva, que se entromete en 
diferentes fiestas. Prefiero verte de lejos. Dejar que el viento viaje, que brille la felicidad, para quitar el dolor. Cuidar la salud, para prevenir 
enfermedades. Soñar, tener ilusiones, para evitar la vejez. Mantener la 
mente ocupada, para olvidar los achaques. Convivir, compartir, para evitar las penas y las angustias. Sé que algún día serás invitada a mi fiesta. Ojalá, sea dentro de mucho tiempo y cuando te vea entrar, por favor ven 
serena, tranquila, sosegada. Solo y solo entonces podrás ser mi amiga.
Comentario: Los diálogos con la muerte son un recurso que viene de antaño, es siempre interesante imaginar un encuentro de ese tipo. Pero se podría jugar más con la idea, en el filme Conoces a Joe Black se juega con la idea de que la muerte desea saber qué es vivir, luego, se enamora. ¿Y si la muerte en este texto desea ser comorendida por alguien o crear un lazo amistoso? Ben Gar
Mary, buen diálogo, claro e interesante, bien por ti. Gracias
ResponderEliminarHay algunos errores de redacción y acentos.
ResponderEliminarMe gusta la idea, un diálogo con ¿la muerte? Eso se entiende. Se percibe lenguaje literario. Me gustan sus voces y las imágenes que evocan. El conflicto es que o es amiga o enemiga. Entiendo que la parte que define esta enemistad es cuando uno de los personajes dice "te llevaste el tesoro..." Creo que se podría dar más peso a esta parte. Quizás describir con cierto detalle cómo fue ese hecho tan importante y doloroso. Porque me pierdo un poco, no me quedan claros los eventos de los que hablan, se pierden con sus reflexiones.